Dom Pérignon se fundamenta en un compromiso absoluto e inquebrantable: que cada añada transmita el testimonio de un solo año.
Con cada añada, Dom Pérignon reitera su infatigable búsqueda de un ideal estético profundo: crear y transmitir armonía a partir de una naturaleza cambiante.
Dom Pérignon no se permite ninguna renuncia a su ideal creativo. De hecho, prefiere optar por el silencio y no presentar una añada si un año no está a la altura de este ideal.