
Bodegas Vinícola de Castilla
En los 100.000 m2 de instalaciones conviven la tecnología más avanzada con el saber hacer y tradición de más de 40 años de experiencia.
El edificio de estilo neoclásico, que alberga las oficinas centrales del grupo, acoge también el laboratorio. En él nuestro equipo de enólogos realiza un seguimiento constante de los viñedos, atendiendo su orientación, clima y humedad. En sus manos recae además la parte más creativa de este oficio, la de conseguir caldos que resalten las peculiaridades de cada variedad.
La maduración del vino se completa en nuestra Nave de Crianza. Una construcción bioclimática diseñada para aprovechar las virtudes del lugar en el que se asienta, intentando reducir al máximo los consumos de energía y garantizando las mejores condiciones para el reposo de nuestros vinos.
La nave está ubicada a pie de lagar y bodega para minimizar los movimientos del vino y no someterlo a cambios climáticos bruscos. La capa freática a nivel de solera mantiene, de forma natural, una temperatura y humedad constantes en los niveles ideales para la crianza. Y además la cubierta invertida facilita la circulación externa de aire y evita recalentamientos en verano.
Por último, la excelente madera de las barricas de roble francés y americano les otorgará nuevos pigmentos y sabores.
El edificio de estilo neoclásico, que alberga las oficinas centrales del grupo, acoge también el laboratorio. En él nuestro equipo de enólogos realiza un seguimiento constante de los viñedos, atendiendo su orientación, clima y humedad. En sus manos recae además la parte más creativa de este oficio, la de conseguir caldos que resalten las peculiaridades de cada variedad.
La maduración del vino se completa en nuestra Nave de Crianza. Una construcción bioclimática diseñada para aprovechar las virtudes del lugar en el que se asienta, intentando reducir al máximo los consumos de energía y garantizando las mejores condiciones para el reposo de nuestros vinos.
La nave está ubicada a pie de lagar y bodega para minimizar los movimientos del vino y no someterlo a cambios climáticos bruscos. La capa freática a nivel de solera mantiene, de forma natural, una temperatura y humedad constantes en los niveles ideales para la crianza. Y además la cubierta invertida facilita la circulación externa de aire y evita recalentamientos en verano.
Por último, la excelente madera de las barricas de roble francés y americano les otorgará nuevos pigmentos y sabores.